Movimientos sociales y sindicatos, liderados por los indígenas, comenzaron el miércoles en Ecuador una huelga nacional, luego de que el presidente Lenín Moreno se negara a revocar medidas de austeridad que desencadenaron los peores disturbios en una década y dejaron a cientos de detenidos.
Las calles estaban casi vacías y algunas empresas cerradas en la capital Quito y otras ciudades, según testigos, mientras de a poco se iban concentrando los manifestantes al comienzo del séptimo día de una oleada de protestas, en donde se han registrado saqueos y ataques a bienes públicos.
Las manifestaciones estallaron la semana pasada cuando Moreno puso fin a los subsidios al diésel y la gasolina extra, que han estado vigentes por décadas, en medio de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por 4 mil 200 millones de dólares, con el que buscan reducir un abultado déficit fiscal.
“Lo que hizo el gobierno es dar un premio a la gran banca, a los capitalistas del país y un gran castigo a los ecuatorianos pobres”, dijo Mesías Tatamuez, presidente del Frente Unitario de Trabajadores (FUT), que aglutina a varios sindicatos del país.
La organización indígena CONAIE, que ha movilizado a unos 6 mil miembros desde el centro y norte del país, dijo que el gobierno de Moreno se comportaba “al puro estilo de una dictadura militar” por declarar un estado de excepción y luego un toque de queda nocturno en determinadas áreas.
En siete días de manifestaciones ha habido al menos un muerto, 73 heridos (incluidos 55 uniformados) y casi 700 detenidos.
Moreno, quien asumió el cargo en el 2017, ratificó a última hora del martes que mantendrá vigente las medidas aunque dijo que está abierto al diálogo para buscar medidas de compensación a sectores afectados y no renunciará a la presidencia.
Moreno cuenta con el apoyo de la élite empresarial, las Fuerzas Armadas y no tiene una oposición fuerte, pero su popularidad ha caído a niveles de menos el 30% en dos años de gobierno.