“Debo sincerarme con ustedes, con el público británico: muchas más familias van a perder a sus seres queridos antes de tiempo. Esta es la peor crisis de salud pública en una generación”, advirtió el primer ministro Boris Johnson sobre el brote de coronavirus pero aún así evitó tomar medidas drásticas.
Lo acusan de “sacrificar” a los más vulnerables y le exigen medidas más restrictivas como las que se instalaron en China o Italia: prohibición de eventos multitudinarios, suspensión de vuelos, cierres de fronteras, cuarentenas forzosas y voluntarias.
Sin embargo, el premier decidió avanzar por un camino totalmente distinto al resto del mundo e, incluso, ordenó dejar de hacer la prueba del coronavirus a todo el mundo excepto a quienes registren los síntomas más severos de la enfermedad, y que el resto -aunque pueda estar contaminado- se limite a quedarse voluntariamente en sus casas durante una semana.
“Se extenderá aún más”, avisó resignado Johnson sobre el virus. Ante ello Gobierno ha sido muy criticado por no tomar medidas de mayor alcance como las que se ven en muchos otros países. Johnson defendió su enfoque, diciendo que se están siguiendo consejos científicos y que “haría lo correcto en el momento correcto”.
“No vamos a cerrar las escuelas por ahora. El consejo científico es que esto podría hacer más mal que bien en este momento. Por supuesto, continuamos valorando esa medida y (la decisión) podría cambiar cuando la enfermedad se extienda”, subrayó Johnson. En cuanto a los eventos multitudinarios, consideró que prohibirlos “tendría un efecto limitado en la expansión” de la enfermedad.