TECNOLOGÍA

CIENTÍFICOS DISEÑAN MATERIAL PARA HABITAR MARTE

Durante mucho tiempo, el hombre ha pensado cómo modificar las condiciones en Marte para hacer de ese planeta una zona habitable para los humanos. La única agua que todavía existe está encerrada en los casquetes polares o en los lagos salados que se encuentran bajo tierra.

Además, su delgada atmósfera indica que hay muy poco oxígeno, es extremadamente frío y no hay protección contra la radiación ultravioleta del Sol.

Sin embargo, un equipo de científicos de la Universidad de Harvard, la NASA y la Universidad de Edimburgo, tienen una nueva idea: crear regiones habitables en Marte en vez de todo el planeta.

Para ello desarrollan un material, conocido como aerogel de sílice, que imita el efecto invernadero atmosférico de la Tierra.

De acuerdo con un estudio publicado en Nature Astronomy, un escudo de una pulgada de espesor podría transmitir suficiente luz visible para la fotosíntesis, bloquear la radiación ultravioleta peligrosa y elevar las temperaturas por debajo del punto de fusión del agua de forma permanente, todo sin la necesidad de una fuente de calor interna.

Los investigadores probaron la idea recreando las condiciones de la superficie de Marte en el laboratorio y colocando una capa de aerogel de sílice en la parte superior para ver qué cambios podrían desencadenar.

“El aerogel de sílice es un material prometedor porque su efecto es pasivo y no requiere grandes cantidades de energía o el mantenimiento de piezas móviles para conservar un área caliente durante largos periodos de tiempo”, señaló la coautora del estudio, Laura Kerber.

“Marte es el planeta más habitable de nuestro Sistema Solar, después de la Tierra. Pero sigue siendo un mundo hostil para muchos tipos de vida. Un sistema para crear pequeñas islas de habitabilidad nos permitiría transformar Marte de una manera controlada y escalable”, agregó.

El equipo reconoce que todavía hay riesgos astrobiológicos que deben considerarse antes de que se pueda usar el aerogel de sílice en Marte. Mientras tanto, los investigadores sugieren probarlo aquí en la Tierra, en entornos extremos como la Antártida o los desiertos.

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