La cercanía al Sol de Mercurio provoca temperaturas que superan los 400 ºC durante el día. Por ello, es difícil creer que haya hielo en su superficie y más aún pensar que el calor tuvo un papel en la formación de este.
La NASA revela que a pesar del calor durante el día de Mercurio, hay hielo permanente en los polos, según datos e imágenes de una sonda que visitó el planeta en 2011. La sonda Messenger de la NASA comenzó a orbitar el planeta y envió imágenes y datos que corroboraron los indicios anteriores de presencia de agua en forma de hielo glacial cerca de los polos.
Según afirman investigadores del Instituto de Tecnología de Georgia (EE.UU.), el calor extremo durante el día se combinó con las gélidas temperaturas de -200 ºC en los rincones de los cráteres polares, permanentemente en la sombra, y actuaron como un gigantesco laboratorio de fabricación de hielo. Los resultados se publican hoy en la revista Astrophysical Journal Letters.
Los minerales en la superficie del suelo de Mercurio contienen lo que se llama grupos hidroxilo formados por un átomo de oxígeno y otro de hidrógeno (OH), generados principalmente por los protones arrojados por los vientos solares.
En el modelo que plantean los investigadores, el calor extremo ayuda a liberar los grupos hidroxilo y les da energía de manera que chocan entre sí y producen moléculas de agua e hidrógeno. Estas se despegan de la superficie y se desplazan alrededor del planeta.
Algunas moléculas de agua se descomponen por la luz solar o se elevan muy por encima de la superficie del planeta, pero otras aterrizan cerca de los polos de Mercurio en las permanentes sombras de cráteres que protegen al hielo del Sol. La ausencia de atmósfera de Mercurio impide la presencia de aire que conduzca el calor, por lo que las moléculas se convierten en una parte del hielo glacial alojado en esos cráteres.